La historia de Halimo: la importancia de una atención médica de la salud mental específica para distintas culturas

La historia de Halimo: la importancia de una atención médica de la salud mental específica para distintas culturas

El acceso a la atención de la salud mental es una preocupación cada vez mayor en los Estados Unidos, pero para los inmigrantes y comunidades culturalmente específicas, las barreras pueden ser incluso mayores. Según la American Psychiatric Association, las minorías raciales y étnicas tienen significativamente menos probabilidades de recibir atención de la salud mental. Los inmigrantes suelen enfrentar desafíos adicionales como las barreras del idioma, los estigmas culturales y la falta de proveedores que entiendan sus experiencias de vida.

En Oregon, organizaciones como la African Youth & Community Organization (AYCO) trabajan para paliar estas diferencias ofreciendo servicios culturalmente específicos que abordan las necesidades únicas de los jóvenes, las familias y los miembros de la comunidad de inmigrantes y refugiados, en particular los de origen musulmán y de África Oriental. AYCO, una de las organizaciones comunitarias asociadas de CareOregon, proporciona mentoría para jóvenes, educación de la salud, servicios de apoyo familiar y recursos de salud mental culturalmente receptivos para ayudar a los jóvenes y sus familias a enfrentar la vida en un nuevo país mientras mantienen su identidad cultural.

Hablamos con Halimo Alinur, directora de Salud y Educación de AYCO, sobre el trabajo que hace AYCO para apoyar la salud mental dentro de su comunidad, la importancia de una atención culturalmente receptiva y los desafíos que enfrentan los inmigrantes al buscar apoyo para la salud mental.

¿Puede contarnos un poco sobre su rol en AYCO y qué conlleva su trabajo?

Mi rol como directora de Salud y Educación consiste en apoyar a la comunidad en todas las áreas relacionadas con la salud y el bienestar. Nos centramos en educar a las personas sobre temas que suelen considerarse tabú en nuestra comunidad, como la salud mental, el consumo de drogas y alcohol y las adicciones, al tiempo que prestamos servicios directos. Facilitamos sesiones individuales, ayudamos a las familias a recorrer el sistema de atención médica y traducimos información compleja a un idioma que los padres y jóvenes puedan entender.

Una parte importante de nuestro trabajo es paliar la diferencia entre las generaciones. Los padres en nuestra comunidad suelen ver los problemas de salud mental como problemas espirituales, y creen que su hijo necesita más orientación religiosa en lugar de apoyo profesional. Mientras tanto, es posible que los jóvenes no entiendan la perspectiva de sus padres y pueden sentirse ignorados. Trabajamos para educar a ambas partes para que puedan comunicarse mejor y apoyarse mutualmente.

Debe ser un equilibrio muy delicado, ayudar a padres y jóvenes a entenderse a la vez que se recorren las creencias culturales. ¿De qué manera su experiencia personal ha moldeado su trabajo?

Llegué aquí con una madre soltera que trabajaba incansablemente para mantenernos. Como muchos padres inmigrantes, se concentraba en asegurarse de que tuviéramos comida, casa y educación, pero el apoyo emocional no siempre era parte de la ecuación. En muchos hogares de inmigrantes, los padres creen que hacerse cargo financieramente es suficiente porque, en su país, toda la comunidad ayuda a criar a los niños. Pero en los Estados Unidos, las familias se sienten a menudo aisladas, y los niños necesitan apoyo emocional, además del material.

Al crecer, tuve problemas de ansiedad, especialmente en ámbitos sociales. Cuando intentaba expresarlo, la respuesta de mi madre siempre era: "Solo reza". Si bien la fe es importante, también necesitaba a alguien que validara mis sentimientos y me ayudara a atravesarlos. Ahora, uso mi experiencia para ayudar a los demás, ya sea orientando a padres a entender mejor a sus hijos o asegurándome de que los jóvenes se sientan escuchados y acompañados.

Parece que el apoyo emocional dentro de la familia es realmente necesario para ayudar a la salud mental. ¿Cuáles son algunas de las mayores barreras para la atención de la salud mental que ve en las comunidades para las que trabaja?

El primer desafío es el idioma, no solo la habilidad de comunicarse, sino también la manera en que se encuadra la salud mental. Muchos de los miembros de nuestra comunidad no tienen una traducción directa para el término "salud mental". Si usted le pregunta a alguien: "¿Está teniendo problemas de salud mental?", inmediatamente dice que no. Pero si pregunta: "¿Hay algo que le está molestando?" o "¿Se siente abrumado?", es posible que se muestre más abierto a hablar sobre lo que está pasando.

Otra barrera importante es el estigma. Muchos padres inmigrantes ven los problemas de salud mental como un signo de enfermedad o debilidad en lugar de parte de la vida diaria. No siempre reconocen que algo como el estrés, la ansiedad o el trauma puede afectar a su hijo de maneras significativas. Por este motivo, muchos jóvenes sufren en silencio, se sienten aislados y no pueden hablar sobre sus problemas.

Además, la discriminación y las barreras sistemáticas dificultan el acceso de los inmigrantes a la atención. Si alguien experimenta una discriminación sutil al buscar servicios, puede dudar en volver o buscar ayuda en otro lugar. Por eso, es fundamental generar confianza: si los miembros de la comunidad no se sienten seguros o comprendidos, no bucarán ayuda.

Eso tiene mucho sentido. Cuando las personas no se sienten escuchadas, es mucho menos probable que busquen ayuda. ¿De qué manera la atención culturalmente específica ayuda a paliar esa diferencia?

Los servicios culturalmente específicos encuentran a las personas donde están y tienen en cuenta los matices de sus orígenes. Por ejemplo, en muchas comunidades musulmanas, las mujeres prefieren recibir atención de mujeres; y los hombres, de hombres. En los ámbitos de atención médica tradicionales, esto podría no ser una opción, lo cual puede disuadir a las personas de buscar ayuda.

Otra diferencia es que los proveedores culturalmente específicos entienden las experiencias de los inmigrantes de primera mano. Muchos de nosotros hemos atravesado problemas similares: hacerse camino en un nuevo país, enfrentar el aislamiento o intentar equilibrar las expectativas culturales con la vida estadounidense. Esa experiencia compartida hace una gran diferencia en la generación de confianza.

En AYCO, no solo ofrecemos apoyo para la salud mental, creamos un sentimiento de comunidad. Ya sea a través de nuestros programas de mentoría para jóvenes, actividades después de la escuela o eventos de la comunidad, nos aseguramos de que las personas tengan una red de apoyo aparte de la atención clínica. Eso es algo que los sistemas de atención médica tradicionales suelen pasar por alto.

Esa parte de la comunidad se siente muy importante. ¿Qué impacto ha visto a partir del trabajo de AYCO en el cambio de perspectivas de la comunidad sobre la salud mental?

Ha habido un progreso real. Los padres y los jóvenes se comunican de manera más abierta, y vemos más familias dispuestas a participar en conversaciones sobre la salud mental. No ha sido un cambio de la noche a la mañana, sino que se ha dado con el tiempo; hemos visto padres que alguna vez desestimaron los problemas de salud mental y que ahora buscan activamente apoyo para sus hijos.

También hemos ampliado nuestros programas para abordar el consumo de drogas y alcohol y las adicciones, que alguna vez fueron temas intocables en nuestra comunidad. Padres que nunca pensaron que tendrían que enfrentarse a estos problemas ahora buscan orientación sobre cómo ayudar a sus hijos. Eso es un enorme avance. 

¿Qué consejo les daría a los jóvenes inmigrantes que tienen algún problema de salud mental? Es maravilloso ver que las familias se abren respecto de la salud mental, pero para los jóvenes que aún se sienten aislados, ¿qué consejo les daría?

Hablen. Incluso si sienten que es imposible, busquen a alguien de confianza para hablar. Se requiere mucha valentía para expresar cómo uno se siente, pero romper ese silencio es el primer paso.

¿Y para los padres?

Tengan la mente abierta. Su hijo no está pidiendo ayuda porque es débil. La pide porque confía en ustedes lo suficiente para dejarlos involucrase. Escúchenlo, aunque no entiendan bien lo que está atravesando.

Ha destacado las barreras como el idioma, el estigma y la falta de atención culturalmente específica, así como el poder de la comunidad y la confianza para superarlas. Si hay un mensaje clave que quiere que las personas se lleven de esto, ¿cuál sería?

La salud mental no está separada de la vida diaria, afecta todo lo que hacemos. Cuando las personas se sienten comprendidas, tienen éxito. Eso es por lo que trabajamos en AYCO: una comunidad en la que nadie se sienta solo en su lucha.




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